miércoles, 31 de diciembre de 2008

Invierno (1) Yellowstone, el cine, los cuervos y el invierno


Llega el invierno, una de mis tres estaciones preferidas y con él, en "Vida y Tiempos..." queremos plasmar alguna de las conexiones mentales que nos genera este periodo del año tan bonito y habitualmente tan poco valorado ("el invierno, qué chufa!" Lucía Corral dixit) en el que la Naturaleza ajusta algunas cuentas con nosotros resfriándonos, bloqueando nuestras carreteras y oscureciendo nuestros espíritus.



Primera parte. Invierno en Yellowstone

El parque de Yellowstone, localizado en en el noroeste del estado de Wyoming, fue creado en 1872 siendo el primer parque nacional creado en todo el mundo y poniendo así la primera piedra en la red de parques nacionales del planeta, auténticas islas de naturaleza viva y casi indemne entre tanta barrabasada causada en la Naturaleza por esa especie bípeda tan dañina que colonizó la Tierra.
Este parque se asienta sobre los restos de un antiguo y gigantesco volcán de tal forma que aún mantiene una gran cantidad de fenómenos geotermales como miles de coloridas fuentes termales y geiseres de los que es el más célebre el "Old Faithful", que aproximadamente cada 90 minutos y con una duración de 2 a 5 minutos lanza entre 44000 y 53000 litros de agua a una altura de entre 30 y 55 metros, ahí es nada. También se encuentra en este parque el Gran Cañón del río Yellowstone, una de sus cumbres paisajísticas.

En invierno cierran casi todas sus rutas y ya no puede visitarse en coche sino sólo con vehículos especiales para la nieve y el parque se transforma en un esplendor níveo de coníferas, ríos, lagos y fuentes termales, pura magia.

En cuanto a la fauna, las especies más representativas son el bisonte (la última manada salvaje de Estados Unidos se refugia aquí de los vientos árticos, cerca de las fuentes termales), el lobo, el puma (como esta preciosidad de aquí al lado) alces, ciervos, antílopes, coyotes, águilas y osos.

En definitiva, un lugar maravilloso sin embargo más conocido por los simpáticos cartoons de aquel oso Yogi ladrón de cestas de emparedados (siempre me hizo gracia esta palabra) y que en invierno filtra el volumen de visitantes ofreciendo su cara más salvaje y pura.





Y para terminar con esta primera parte relacionada con el invierno y la Naturaleza presentamos Silent Woods, de Husky Rescue. El artefacto que reproduce esta canción no es muy agraciado el pobre pero bueno, cumple su función dignamente, poder disfrutar de esta pequeña y extraña delicadeza de Husky Rescue. Son un poco más de dos minutos de puro bosque e invierno. Escúchese de noche, claro.



Under the spruce trees / In the silent woods / Secret caves / Winter bedrooms / hiding from the hunter / The evil's man's eyes / Fields of snow / Cold ice paradise / Silent dreams / Deep sleeps, sweet friend / Let's hug? then when it's spring again



Segunda parte. El cine, los cuervos y el invierno




Y enlazando con Silent Woods, canción con cuervos al fondo, preciosos animalejos a los que siempre he asociado con el invierno, recordamos tres magníficas películas hechas en la segunda mitad de los noventa, tres películas con sangre en la nieve, tres películas pequeñas en presupuestos pero llenas de talento (tanto en la dirección como por parte de los actores) y en las que el invierno (y los cuervos) se conforma como otro de los personajes de la película, anticipando o provocando tragedias, dibujando escenarios y mediatizando comportamientos.

En "El Dulce Porvenir" (The Sweet Hereafter, 1997), basado en una novela homónima de Russell Banks, Atom Egoyan pinta un desolador retrato de la tragedia que se abate sobre el alma de un pueblo canadiense cuando la mayoría de los niños de la localidad mueren en un accidente del autobús que los lleva a la escuela.

Es una película de silencios, de miradas y emociones esquinadas, es de las tres la que quizás exija más al espectador para captar la devastación interior de la antiguamente idílica comunidad, cómo sus desvalidos miembros se revuelven con rabia buscando culpabilidades y escapes emocionales que les libren de esa terrible desolación.

Egoyan utiliza la melancolía de sus paisajes siempre nevados para escrutar por caminos laterales en las nebulosas intimidades y nostalgias de sus personajes, en sus secretos inconfesables, en sus fragilidades sobrevenidas y en la certeza de que en sus vidas se ha instalado para siempre una fantasmagórica tristeza.

En 1999, Sam Raimi se olvidó por un rato de su cine de posesiones infernales y otras intrascendencias y sorprendió a todos con "Un plan sencillo" (A simple plan, 1999), una película con algunas similitudes a Fargo (cosa no extraña porque Raimi y los Coen son coleguitas), donde el casual hallazgo por parte de tres amigos de una avioneta estrellada entre la nieve en cuyo interior encuentran una bolsa con cuatro millones de dólares (bueno también un cadáver y un cuervo muy simpático) desencadena la tragedia, planteando el clásico dilema moral de quedarse o no con el dinero lo que provoca que, según transcurre la película, los personajes (y con ellos los espectadores) avancen tomando decisiones equivocadas mientras se cuestionan certezas, felicidades utópicas e infelicidades que nunca les abandonarán.

Por último "Fargo" (Fargo, 1996), Premio a la Mejor Dirección en Cannes, Óscar al Mejor Guión y Actriz Secundaria para Frances McDormand y una de las grandes películas de los de los hermanos Coen.

Los Coen dibujan un poco amable retrato de la América rural y profunda en esta mezcla de thriller con tintes de comedia, un falso secuestro que nos va presentando una serie de personajes que se mueven entre la mezquindad y la ineptitud, entre la violencia asesina y el absurdo. Y a pesar de todos estos factores, los Coen mantienen el equilibrio en la dirección y nos ofrecen una muy entretenida y corrosiva película apoyados por un gran guión y unos actores perfectos en sus papeles.

Y como hemos dicho, en estas tres películas con nieve y muerte y como un heraldo de ambas aparecen los cuervos, observando con curiosidad las miserias humanas, casi juzgando a los personajes desde la distancia. Altivos, inteligentes, de color negro pizarra, negro absoluto, ejemplo preclaro e insolente de naturaleza superviviente, verlos rondando cerca nos inquieta, quizás porque si pudieran nos sacarían, sin acritud, los ojos.



Así pues los llenamos, como a ese otro superviviente nato que es el lobo, de temores primordiales y malos augurios y se nos instalan dentro del subsconsciente imbricados con la muerte y la desdicha.


Sin embargo, hasta los prejuicios sirven a la mente humana para mostrar toda su creatividad y así, esta metáfora del cuervo como mensajero de la muerte se expresa en toda su magnitud en esa gran obra de la literatura norteamericana que es "El Cuervo" (The Raven 1845) , el gran poema de Edgar Allan Poe, publicado en 1845.
Construida sobre estrictos métodos compositivos que buscaban gustar a todas las clases populares, su riqueza simbólica y musicalidad causaron impacto en su época. Déjense rodear por la atmósfera irrepetible creada por Poe para un ave llegada de un lugar muy oscuro trayendo un mensaje de fatalidad y locura a un desdichado ser humano al que la felicidad no le llegará nunca más.

¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!



El Cuervo


Cierta noche aciaga, cuando, con la mente cansada, meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido, como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
"Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal; sólo eso y nada más."
¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma en mis libros, ni consuelo a la perdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar y aquí nadie nombrará.


Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal; un tardío visitante esperando en mi portal. Sólo eso y nada más".


Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:

"Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguidoy tan suave había sido vuestro golpe en mi portalque dudé de haberlo oído...", y abrí de golpe el portal:sólo sombras, nada más.

La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó

soñar jamás;
pero en este
silencio atroz, superior a toda voz, sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a susurrar...
sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco la volvió a nombrar.
Sólo eso y nada más.

Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
"Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.

Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!".


Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal, en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral; fue, posóse y nada más.

Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,

en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
"Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser
osado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"
Dijo el cuervo: "Nunca más"

Seguir leyendo "El Cuervo", de Edgar Allan Poe

lunes, 22 de diciembre de 2008

Bosque (2) Bosque de Teutoburg, la tumba de Varo


"Quintilio Varo, devuélveme mis legiones!!"

Quintili Varus, legiones redde! gritaba, fuera de sí, el primer emperador de Roma, Octavio Augusto, mientras golpeaba su cabeza con las paredes, cuando recordaba el episodio en el que, tras tres días de feroz batalla Roma perdió para siempre (esas legiones, la XVII, XVIII y XIX, nunca fueron recompuestas) tres legiones enteras en los bosques germanos, estableciendo para siempre en el Rhin el límite de la civilización romana en el este de Europa. Los aniversarios de la batalla de Teutoburg fueron desde entonces días funestos para el emperador, que dejó crecer su cabello y barba durante meses en señal de duelo.

En la batalla, una coalición de tribus germanas comandadas por Arminius, caudillo querusco y antiguo militar romano, engañaron y emboscaron en una zona de bosque cerrado y pantanos, terrible para la desenvoltura de un ejército romano estando éste además desorganizado y mal liderado por el gobernador de la que iba a ser nueva provincia romana de Germania Magna, Quintilio Varo.

El salvaje combate cuerpo a cuerpo, la lluvia constante que convertía el terreno en un lodazal y hacía más pesada la impedimenta romana, las oleadas de flechas, los aullidos de los guerreros germanos al rematar legionarios heridos o al capturar prisioneros a los que luego quemaban vivos...

Soldados, mujeres y niños que componían la que iba ser primera oleada de colonización en la nueva provincia del Imperio, salvo un par de decenas de supervivientes, todos fueron aniquilados. Cuando cinco años Germánico volvió con 50.000 hombres al escenario de la batalla, pudieron contemplar las calaveras clavadas en los árboles, la maquinaria de guerra romana aplastada, los restos ignominiosos del ejército de Varo.

Esta batalla marcó el "limes" romano en el Este ya que salvo algunas campañas de castigo como la reseñada de Germánico los romanos no volvieron a intentar colonizar al este del Rhin. El gran historiador J.F.C. Fuller consideraba decisiva esta batalla ya que pensaba que si la Germania entre el Rhin y el río Elba hubiera sido romanizada y cubierta de calzadas durante cuatro siglos, una sola cultura, y no dos en perpetuo conflicto, habría imperado en el mundo occidental y no hubieran existido las guerras que desde el siglo XVI se han venido sucediendo por las fricciones entre los pueblos germanos y los latinos como los franceses. Otros autores resaltan que lo que sí parece previsible es que las tribus del Mar del Norte que luego se conocieron como sajones habrían perdido su idioma en favor del latín y no hubiera existido el inglés, ni los ingleses, no habrían existido Shakespeare, ni Morrisey. Ni Benny Hill.

En fin, si se quiere profundizar en los detalles de estos tres trascendentales días de septiembre del año 9 d.c. desde "Vida y Tiempos..." les ofrecemos estos estupendos documentales del Canal Historia. Se estaba escribiendo el destino de Europa.


1ª parte. Una provincia demasiado lejana



2ª parte. La batalla

lunes, 15 de diciembre de 2008

Miedo (1) El miedo en los huesos

Una de nuestras emociones primigenias, naciendo en lo más profundo de nuestro sistema emocional, acompañándonos desde hace más de 50000 años, paralizándonos, haciéndonos huir, destrozando nuestros nervios, matándonos de puro miedo, ayudándonos a sobrevivir.


El miedo en los huesos

"He tenido miedo toda mi vida"


Tommie Smith, uno de los dos atletas norteamericanos que hace 40 años, en los Juegos Olímpicos de México 68, denunciaron con este gesto la terrible segregación racial que había en su país, nos cuenta en esta entrevista cómo ese mismo gesto significó la condena para ellos e incluso para el atleta australiano que les acompañaba y se solidarizó con ellos.


En una época de ignominia para la sociedad norteamericana que segregaba activamente a unas personas a las que, sin embargo, no tenía mayor problema para enviar a morir a la junglas vietnamitas, Tommie Smith nos cuenta cómo fue su vida antes del deporte cultivando las tierras de los blancos que al principio les pagaban con una parte de la cosecha, luego ya no. Cómo no les era permitido andar por una acera si por ella andaba algún blanco, la suciedad de los urinarios públicos sólo para negros, y cómo, tras ese gesto fue expulsado del equipo de atletismo americano, cómo nadie se atrevía ya a darle trabajo, cómo perdió a sus amigos, cómo toda una vida de vejaciones e intimidaciones hizo que en el momento de alzar el puño, le recorriera el cuerpo ese miedo que siempre tendrá metido en los huesos.



(...) P. ¿Tuvo miedo cuando cerró su puño y lo alzó?
R. He tenido miedo toda mi vida. No es una cosa que se preparase en dos o tres años. Los jóvenes afroamericanos, incluso hoy, son dianas en Estados Unidos, así de sencillo.
P. ¿No ha cambiado nada?
R. Claro que sí, muchas cosas. Nuestro presidente electo, Barack Obama, es afroamericano. Y eso no ha sido una cosa que nos haya ocurrido en un día. Hemos luchado por una mejora y, como consecuencia de esa lucha, ahora hay un presidente negro. Ha sido un proceso muy lento. Eso no quiere decir que todo vaya bien. Pero, gracias a la forma en que piensa Obama respecto al cambio social, la lucha no ha terminado. Sólo acaba de empezar.
P. ¿Cómo le cambió la vida después del gesto?
R. Todo cambió para siempre. Recibimos amenazas de muerte, cartas, llamadas... Después de los Juegos Olímpicos, todos mis amigos desaparecieron. Tenían miedo de perder sus amistades blancas y sus puestos de trabajo. Yo tenía 11 récords del mundo, más que cualquier persona en el mundo, y el único trabajo que encontré fue lavando coches en un aparcamiento. Y me echaron porque mi jefe dijo que no quería que nadie trabajara conmigo. No quería que alguien que defendía la igualdad de derechos estuviera en su plantilla.
P. ¿Nadie le ayudó?
R. Todo el mundo tenía mucho miedo. A mis hermanos les echaron del colegio. A otros, en el equipo de fútbol de la universidad, les prohibieron competir por lo que yo hice. (...)
Resto de la entrevista a Tommie Smith

El miedo en el cerebro



En septiembre del 2006 se identificó un área de la región cingular rostral como el resorte con el que activa y desactiva la respuesta al temor en la amígdala. En esta estructura del sistema límbico en el que se gestan nuestras emociones, se regula la producción de las hormonas vasopresina y oxitocina para provocarnos miedo o placer.

En los animales, sin un cortex cerebral ni otras estructuras límbicas más complejas, la simple extirpación de la amígdala parece provocarlla desaparición del miedo, cosa que en los humanos no es así, al ramificarse el temor en otras áreas del sistema límbico y la corteza cerebral.

De esta forma, aumenta la presión arterial, los músculos de brazos, piernas y mandíbula se tensan, aumenta la sudoración y la coagulación de la sangre, el cuerpo se prepara para la respuesta, afrontar la causa del temor o la huída, se paralizan otras funciones corporales como la segregación de hormonas sexuales, las pupilas se dilatan. Ahí estamos, frente a frente con lo que nos aterroriza. Y la evolución nos ha preparado para responder.



Y para cerrar este post referido a esa emoción tan cabrona y tan necesaria que es el miedo, díganme si aquí el amigo Raymond Carver
no lo clava.



Miedo

Miedo de ver una patrulla policial detenerse frente a la casa.
Miedo de quedarme dormido durante la noche.
Miedo de no poder dormir.
Miedo de que el pasado regrese.
Miedo de que el presente tome vuelo.
Miedo del teléfono que suena en el silencio de la noche muerta.
Miedo a las tormentas eléctricas.
Miedo de la mujer de servicio que tiene una cicatriz en la mejilla.
Miedo a los perros aunque me digan que no muerden.
¡Miedo a la ansiedad!
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo de quedarme sin dinero.
Miedo de tener mucho, aunque sea difícil de creer.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y de llegar antes que cualquiera.
Miedo a ver la escritura de mis hijos en la cubierta de un sobre.
Miedo a verlos morir antes que yo, y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre durante su vejez, y la mía.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día termine con una nota triste.
Miedo a despertarme y ver que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar demasiado.
Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado tiempo.
Miedo a la muerte.
Ya dije eso.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Basura y Vertederos (1) Mares, hogares y televisiones como vertederos


Primera parte. De los mares como vertedero
s

El año pasado saltó a los telediarios una noticia que me estremeció especialmente. Se trataba de la medición por parte de la fundación norteamericana Algalita Marine Research Foundation de varios enormes vórtices de basura flotante en el Pacífico, uno de las cuales tiene un tamaño equivalente a un tercio de la superficie de Europa y un peso estimado de 3,5 millones de toneladas.
Estas inmensas islas de basura ya se habían detectado en los 90, en regiones no transitadas del Pacífico, entre Japón y California pero desde entonces han triplicado su superficie y se calcula que ,de no frenar en los vertidos, podría llegar a ser diez veces mayor en los próximos años. Hay una en el nordeste del Pacífico que ocupa una superficie similar a la Península Ibérica, para que nos hagamos una idea.
Bueno, aún si no queremos caer en el catastrofismo de las proyecciones de futuro de este fenómeno, la sola existencia de estas islas, con todo un catálogo de productos de las industrias y conciencias miserables que ven los ríos y el mar como un inmenso cubo de basura donde cabe todo, donde se procesa todo, ya debería rasgarnos un poco por dentro.

Como dato adicional de este fenómeno terrible, l
as mediciones en esas áreas ofrecen un agua con seis veces más residuos plásticos que plancton, algo devastador, como es de imaginar, en la cadena trófica marina. La foto que nos acompaña es la de los restos de un albatros con el estómago invadido por los residuos plásticos que debió engullir al tomarlos por los pececillos que forman su dieta. Podríamos imaginar su muerte cruel pero bueno, es sólo un albatros.
Se calcula que todos los años fabricamos unos 100 millones de toneladas de plásticos, de las que alrededor de un 10% son arrojadas al mar, donde las corrientes submarinas los hacen girar y desplazarse, alfombrando de toneladas de desperdicios cada costa, cada playa que tocan, siendo ese el único momento en que, parece, nos hacen remover incómodos en nuestro sillón.




Segunda parte. Del hogar como vertedero


Del espeluznante Informe (que trataremos próximamente) del Instituto Blacksmith sobre las diez ciudades de la Tierra más contaminadas, de aire más venenoso, de tierra más corrompida, las diez ciudades más contrarias a la vida humana, verdaderas sucursales del infierno donde, contrariamente a todo sentido común y todo derecho humano, millones de personas siguen viviendo, extraemos la ciudad de Haina, en República Dominicana, donde sus 85000 habitantes viven junto a una gigantesca fundición de plomo y una planta de reciclaje de baterías que vierten en los acuíferos y el suelo toneladas de contaminantes.

Así, como cuenta el artículo La triste vida en el vertedero de Haina, lo peor lo sufren los barrios cercanos al siniestro vertedero de la ciudad, donde sufren plagas de mosquitos, olores nauseabundos, enfermedades, humos venenosos de los incendios en las basuras...

Como explica el artículo, "ante esta alarmante situación por el grado de contaminación y la pésimas condiciones que se vive en el lugar, mujeres, junto a sus hijos, salieron a clamar que el vertedero sea eliminado, ya que llevan años viviendo en esa situación".

Sin embargo, aún en sitios así, existen personas tan paupérrimas que ni siquiera pueden permitirse el lujo de prescindir de ese sitio espantoso. Así, como indica el artículo, "aunque la rea
lidad es drástica y fuerte, también está el caso de aquellos padres que se dedican a bucear en el vertedero. Ellos reconocen que es un problema que afecta a la salud de su familia, pero se oponen a que el vertedero sea eliminado porque ese es su único sustento. Es el caso del señor Finger Tomas, quien lleva 20 años trabajando en dicho vertedero buceando dentro de la basura, espera cada día que llegue un camión para ver qué consigue y de esta forma poder mantener a su familia."


Tercera parte. De la televisión como vertedero

Hace un par de días, en un programa dedicado al lado grotesco de los programas de TV, asistí estupefacto a un vergonzante episodio entre la ex-¿cantante? María José Cantudo y el ponzoñoso pseudo-periodista Jesús Mariñas mientras se escupían saliva, veneno e insultos en su patético juego de espejos elevando la vergüenza ajena a la condición de arte.

La misma vergüenza que nos debería dar por ser un país que da de comer (y bien, parece) entre todos, con nuestras conversaciones, con nuestros cotilleos, con nuestras gracietas que repiten sus majaderías, con nuestro tiempo frente a la pantalla a esta plaga de parásitos a uno y otro lado del micrófono, seres chabacanos, ignorantes, sin talento, reflejo palmario de una de las caras más vulgares y reaccionarias de nuestra sociedad. Asquito dan, asquito damos.



martes, 9 de diciembre de 2008

Infancia (1) Binta y la gran idea / Cosas de niños


Primera Parte - Binta y la gran idea

Antes de que la economía mundial engullera, codiciosa, el último pedazo de un pastel que parecía no parar nunca de crecer y le diera un cólico miserere en toda regla, se publicó el informe "El hambre estacional" de la ONG Acción Contra El Hambre en el que se afirma que bastarían 3000 millones de euros para curar la desnutrición grave de 19 millones de niños en el mundo, cifra insignificante si los gobiernos se plantearan en esta época de rediseños económicos (y, esperamos, éticos) arreglar este terrible desatino moral que a todos nosotros debería por lo menos revolvernos un poco más la conciencia.

Pero claro, el hambre no es la única lacra que afecta a la situación de los niños en el mundo. De todos es conocido el drama infame de los niños soldado en muchos países en estado de guerra crónico como el Congo, Filipinas, Colombia, Sierra Leona o Sri Lanka. Según la ONG Save The Children, su número está entre 300.000 y 500.000 en todo el mundo. Casi nada.
El brutal impacto en las mentes, en las conciencias de estos niños obligados a realizar acciones contra natura sólo la vamos conociendo con los años, cuando al crecer, sus cerebros devastados por la violencia perpetúan en sus sociedades esos comportamientos aberrantes aprendidos a la fuerza. A este respecto, la Coalición Española Contra la utilización de Niños Soldado, señala la no muy conocida realidad de las niñas soldado. Según denuncia su representante, Almudena Escorial "las niñas son reclutadas, al igual que los niños soldado, tanto de forma voluntaria como a la fuerza. Luchan en el frente, cocinan, limpian en los campamentos, espían, saquean, llevan a cabo misiones suicidas y hacen incursiones en campos minados como detectores humanos. Además de esto, muchas niñas sirven como esclavas sexuales a los comandantes y sufren todo tipo de abusos". En fin, un panorama desolador que nos hace preguntarnos entre otras cosas para qué coño existe la ONU.

Así, Javier Fesser (por otra parte autor de la querellable "Mortadelo y Filemón") nos ofrece una preciosa historia en la que reivindica la escolarización de las niñas africanas como vehículo esencial del desarrollo de unas comunidades discapacitadas por el machismo recalcitrante que aún impera en ellas. Disfruten de Binta y su gran idea.
















Para acabar con la primera parte de esta entrada sobre una de las etapas fundamentales de nuestra vida, si no la más, el Juez Roy Bean se complace en traer una foto suya con un simpático fragmento de África que, como proponía Binta, decidió afortunadamente cambiar su destino y adoptarnos e incorporarnos a su vida. Te sonrío, sobrinejo Teklu.




Segunda parte - Micheaux y Lobo Antunes: cosas de niños


"A los ocho años Luis XIII hace un dibujo parecido al que hace el hijo de un caníbal de Nueva Caledonia. A los ocho años, tiene la edad de la humanidad, tiene por lo menos doscientos cincuenta mil años. Algunos años más tarde los ha perdido, no tiene más que treinta y uno, se ha vuelto un individuo, no es más que un rey de Francia, atolladero del que no saldrá nunca" (Henri Michaux, 1950)

Con este formidable fragmento literario, el talentoso pintor, escritor, poeta y drogata lisérgico Henri Michaux nos ofrecía su mirada sobre ese periodo capital que es la infancia, cómo cuando somos niños somos potencialmente todo o nada. En la niñez modulamos nuestra personalidad, surge nuestro carácter, el entorno nos moldea, golpeándonos o nos acariciándonos decisivamente y así vamos modelando nuestro carácter, desarrollando resortes mentales que nos acompañan consciente y subconscientemente el resto de nuestra vida, iniciando nuestras grandezas y nuestras tinieblas, nuestras taras y capacidades. Y todo esto ocurre cuando, siendo niños, empezamos a mirar perplejos el mundo.

Y como la redacción de Literatura se ha propuesto rescatar las contraportadas de Babelia escritas por Antonio Lobo Antunes, nos traen este relato suyo sobre la infancia que nos asalta cuando menos esperamos, una constante en su literatura. Si no le conocen, empiecen a mascar su escritura en estos relatos, disfruten sus hermosos y largos párrafos subjetivos, sus voces entrelazadas y ensimismadas, sus almas confusas resonando melancolías, déjense atrapar por la incomparable literatura de este señor tan extraño y tan lleno de talento.

António Lobo Antunes - Cosas del chico

"El otro día vi un documental en la televisión sobre la guerra en África, con militares que avanzaban y disparaban, un herido en el sendero, la sombra de un helicóptero sobre los árboles y, de repente, me vi levantándome del sofá con ganas de meterme dentro de la pantalla y juntarme a ellos: yo pertenecía a ese lugar. Todo ello sin crítica, sin pensar, automático, inmediato; tuve que apagar el televisor para sentarme otra vez y lo que sentí, al apagarlo, fue una especie de remordimiento, una culpa por haberlos dejado solos. ¿Por qué, si fue una guerra injusta, estúpida, cruel? ¿Por qué, si me hizo sufrir tanto? Esta culpa de haberlos dejado solos se me da también, por ejemplo, al cerrar la tapa del ataúd sobre alguien a quien quiero. Ganas de sacudirlos hasta que vivan de nuevo, porque me parece que están allí por distracción, por descuido, con la familia alrededor impidiéndoles respirar, con las flores, con las velas. Junto a este edificio vive una señora de edad, gorda, con una abundante cabellera teñida de rubio, párpados azules, boca encarnada, uñas encarnadas, siempre vestida como para una fiesta la pobre, repleta de cosas que brillan, anillos, pendientes, collares, toda almidonada, toda relamida, moviéndose a duras penas en el interior de un perfume violento. Se detiene de vez en cuando, recobrando el aliento, fingiendo interesarse por un escaparate, y los ojos se le escurren de la cara, enormes, líquidos.Tarda siglos en encontrar la llave de la puerta en el bolso, tarda siglos en atinar con la cerradura, tarda siglos en levantar la pierna hasta encaramarse en el peldaño repentinamente enorme. Padecer para que el resto del cuerpo suba, la boca, las uñas, las cosas que brillan: tan terrestre, pobrecita, tan clavada al suelo, tan lista para irse tierra adentro. Falta poco para que comience a hundirse acera abajo, los zapatos, las rodillas, la cintura, los hombros, queda la cara fuera y una manita temblorosa, mientras los soldados siguen disparando en el televisor apagado. Los ojos, que se le escurrían de la cara, se demoran aún en el empedrado, mirándome, diciendo algo que no entiendo. ¿Dónde, en qué época de mi vida, me habré cruzado con unos ojos así, graves y asustados? Ciertos niños cuyas madres llevan cogidos de la mano y parecen censurarnos, con expresiones de pronto adultas, graves. Ciertos enfermos en el hospital, que no entienden. La mujer del quiosco de periódicos, en su banquito de madera. ¿Qué tengo hoy? Me da la impresión de que una ola en una muralla lejana, rompiendo, rompiendo. La mujer de los periódicos guarda la vuelta en el delantal: parece un canguro que esconde a su hijo acomodándolo en la bolsa; y un sol inmenso por encima de todo esto, una nubecita presa en una antena de televisión oxidada: se enganchó allí y allí se quedó con la esperanza de que el viento se acuerde y la libere. La señora de edad apareció en la ventana, con un perrito en brazos: me hace pensar en una actriz de cine de los años cincuenta que se ha gastado por cansancio. De su pecho, que se derrama a lo largo de una hilera de tiestos, se percibe el 

-Ay, Jesús

sofocado, pobres. La señora me desliza una mirada de soslayo que no termina y me sofoca también, de modo que no sé qué en mi pecho, tal vez un 

-Ay, Jesús 

igualmente sofocado bajo encajes, coralinas, suspiros, un par de cojines enormes y, en el interior de los cojines, una oscuridad densa, pesada. ¿Querrá matarme? Intento alcanzar la superficie nadando entre rositas de tul, y en esto la señora cierra la ventana y me quedo libre. Me cuesta habituarme al secreto del sol, tanta luz en los árboles, en las fachadas, tanta reverberación de azulejos. En la esquina, dos muchachos ucranianos o rumanos revientan el parquímetro con un destornillador, el dinero cae a una bolsa y se echan a correr con él: ni un comentario en la terraza a tres metros de allí donde los jubilados, con su aguardiente, hunden la nariz en la copa por miedo al ucraniano o al rumano adulto que dirige la operación desde el umbral de una tienda de electrodomésticos, con una de las palmas que crece en un bulto de la chaqueta, y que se marcha sin prisa. Sólo la señora de edad lo espía por un resquicio de la cortina. ¿Voy detrás de él o no? No voy detrás de él: han quedado unas monedas en la calzada de piedras de modo que, si las narices continúan en las copas, me inclino y las recojo. Puede que no alcancen para un coche de lujo, pero seguro que llegan para tres docenas de caramelos. De mentol, que me dejan la garganta sabiendo a infancia."

Traducción de Mario Merlino.

Y para acabar con esta entrada sobre la infancia nada mejor que una escena de la genial serie Padre de familia en la que Stewie nos muestra cómo, como dicen todos los estudios y encuestas, el tener niños afecta económicamente a las familias. Real como la vida misma.

Videos tu.tv

lunes, 8 de diciembre de 2008

Deus Ex Machina (1) Que rompa sus cielos...

Deus ex machina (lat) AFI: [ˈdeːus eks ˈmaːkʰina]) es una expresión latina que significa «dios surgido de la máquina», traducción de la expresión griega «απó μηχανῆς θεóς» (apó mekhanés theós). Se origina en el teatro griego y romano, cuando una grúa (machina) introduce una deidad (deus) proveniente de fuera del escenario para resolver inopinadamente una situación.


No podía estar pasando

Ese partido no podía estar pasando.

De verdad. La imagen de equipo decadente, descosido, que arrastra la camiseta del Madrid por campos propios y ajenos la llevan dando toda la temporada pero lo del primer tiempo del partido del domingo ayer era pura comedia bufa. Se me antojaba hasta complicado lograr, como ha hecho Schuster, sacar tan patético fruto de un equipo en el que jugaba gente como Casillas, Gago, Robben, Van der Vaart, Higuaín o Sergio Ramos. Este fulano sigue demostrando, partido tras partido, rueda de prensa tras rueda de prensa que le viene grande entrenar al Madrid. En la segunda parte por lo menos sacaron el orgullo y la vergüenza torera y tuvo que llegar el enésimo atropello arbitral para que, porca miseria, el Madrid muriera, esta vez en la orilla.
Entre los mejores, Higuaín, afortunadamente consolidándose como toda una realidad. Creciendo, adquiriendo un peso cada vez mayor en la plantilla. Un crack en ciernes y uno de los pocos aciertos en política de fichajes por parte del, hace un poco de gracia repetir el soniquete, héroe de la Séptima, Mijatovic. Y Robben, demostrando entre lesión y lesión cómo en esto del fútbol lo principal ya está inventado y el desborde de los extremos por las bandas sigue siendo una de las suertes más estéticas y eficaces para romper las defensas contrarias.

Y esa bronca de seis horas en la asamblea y ese presidente cobarde y paranoico, que, tras el bochornoso affaire de las primas continua, con la tenacidad y contumacia que provoca el cretinismo, con su antología del disparate al apoyarse en esos ultras de mente tan renacentista que tiene el Madrid para sacar adelante las cuentas.

En fin, para ilustrar un poco más el asunto reseñamos un buen artículo de Santiago Segurola con el que más o menos coincido, salvo en que se me escapa por qué piensa que en algún momento el retarded Ramón Calderón haya hecho "un pequeño arte de la ironía" o tenido un "sentido británico de la distancia".

Lo que tenía que hacer Calderón es procurar una auditoría transparente de las cuentas, intentar acertar con los refuerzos invernales para al menos clasificarnos para la Champions y poner una fecha que por una vez esté bien pensada para celebrar elecciones anticipadas al finalizar la temporada. Y dejar de destrozar la imagen del club con su sola presencia.

Y el sábado, el Barça. Hace años que no hay una diferencia tan grande entre los dos grandes rivales de la Liga. Ojalá me callen la boca, pero es que imagino a ese Messi encarando ¿a quièn? en el lateral izquierdo y ese Eto'o con sangre en la mirada, apostándose entre ellos a ver quien nos mete más chicharros y yo rogando para que algo ocurra, una tormenta divina, un deux ex machina climático que se abata sobre Barcelona, rompa sus cielos y el partido y nos permita salir de ese avispero no demasiado humillados.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Escritor (1) Lobo Antunes en México y en mi recuerdo

La redacción de Literatura de "Vida y tiempos..." nos enlaza con un gran artículo de Juan Cruz, Lobo Antunes y la naturalidad, sobre uno de nuestros escritores preferidos, António Lobo Antunes en la maravillosa Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México en la que escritores de todo pelo miran perplejos y agradecidos cómo son jaleados por largas colas de gente como si fueran actores o estrellas del rock. Y que además nos da otra visión de un México, pobre México, que lleva tiempo instalado en los titulares de la desgracia (de los que hablaremos otro día).

A Lobo Antunes tuve la fortuna de verle hace un par de años en una charla que dio en Madrid. Me coloqué sentado en el suelo, delante, a unos cuatro metros de él y mira que creo que no soy mitómano, pero viendo su cara un poco rosa y un poco triste y oyendo su voz monocorde desgranar algunas de las anécdotas sobre las influencias fundamentales (en el artículo relata cómo algunas fueron un loco, una enferma terminal y un niño moribundo) que forjaron su condición de escritor que siempre escribe libros sobre su alma, sobre todas las almas, me pareció ver a un tipo que, a pesar de sobrarse en algunos tramos de sus libros deliberadamente cacofónicos y confusos, se podría sentar en la misma mesa que Shakespeare, a charlar de sus cosas de genios.
Sobre una de esas influencias primordiales, su traumática etapa de médico psiquiatra en Lisboa, rescatamos este relato escrito en Babelia en 2004 sobre el Hospital Miguel Bombarda, donde trabajó durante una temporada que marcó su vida y su carrera como escritor.


Hospital Miguel Bombarda


Son casi las once de la noche. La fijeza de las farolas de fuera, tan quietas como los árboles. Normalmente palpitan, suben, bajan, parecen moverse. Algunos raros automóviles en la autopista o lo que quiera que sea. Y yo sentado, escribiendo. No sé qué. Escribo.

La estilográfica ha de encontrar su camino.
Hoy almorcé en el hospital en el que trabajaba y donde conozco cada vez a menos personas. Siempre pensé, desde el primer día, que yo era un vulgar médico en prácticas recién llegado de África, que en lugar de hacerlo en un hospital me habían colocado en una pocilga de mierda. Pero ¿a quién le importa? Son enfermos y son pobres. Allí van ellos penando, atiborrados de medicamentos hasta la garganta, con expresiones vacías. Serenos, claro, pero en el sentido en que las verduras son serenas. Tuve un director para quien la serenidad era esencial: ponía en la receta sereno, ordenado, lo que para él era sinónimo de estar bien. El director, en cambio, que no era sereno ni ordenado, no tomaba ninguna medicina. Andaba detrás de las enfermeras como un perro hurgando en las sobras, se ponía la mano delante de la boca para susurrarme
-Tráigame a ésa
las empujaba contra la camilla, en la sala de vendajes. En una ocasión le pregunté
-¿Sereno y ordenado no será lo contrario de estar vivo?
y él, hinchándose tras el escritorio
-Mire que le inicio un expediente disciplinario
y me lo inició. Qué verbo extraordinario, iniciar. Le inicio un expediente disciplinario. Designaron a un fiscal que me llamó al despacho de la administración. El fiscal era el médico de cabecera de la pocilga. Un único médico de cabecera para centenares de pacientes. Llegaba al mediodía. Se iba a las once. Durante los años de practicante me iniciaron
(bendito verbo)
tres expedientes disciplinarios por insubordinación. No: dos por insubordinación, un tercero por presentarme al trabajo
(otra hermosa expresión, presentarse al trabajo)
vestido con el uniforme de los pacientes. Porque a los pacientes se les imponía un uniforme, lo que me sublevaba. Y les rapaban la cabeza. Y los atendían cada muerte de obispo. Pero andaban serenos y ordenados. Casi todos. Me acuerdo de un muchacho que se roció con gasolina y encendió una cerilla. De varios que se suicidaron. Del psicoanalista que aplicaba electrochoques en serie. Del terapeuta de grupo
(terapeuta de grupo: me pasé ocho años oyendo esa frasecita y aún no sé bien lo que es)
que, en la atención de urgencia, aplicaba dosis de inyecciones que me aterraban. Musitaba con dulzura
-Y ahora se toma un Lorenim y se queda confuso pero sereno.
Y, de hecho, la víctima se babeaba, farfullando incoherencias. Por lo menos no estorbaba a nadie. A propósito de uniforme, me acordé ahora de que hay una fotografía del poeta Ângelo de Lima con él y con la cabecita rapada. Compuso unos cuantos versos en el hospital, algunos excelentes.
Dibujaba. Mi padre recordaba haber visto sus dibujos y sus escritos llenándose de moho en una especie de sótano. No interesaban un cuerno: estupideces de un loquito cualquiera. En el segundo año como practicante gané el premio de la Sociedad de Neurología y Psiquiatría con un trabajo sobre él: debo de haber sido el único en presentarse. En la ceremonia de entrega del premio el director, repentinamente amable
-Es una pena que usted sea tan impulsivo
yo que no era para nada impulsivo.
En veintisiete meses de guerra una persona aprende, aunque no sea más que a dominarse. Quien no se dominaba, se moría. Quien se dominaba, se moría menos. Yo sólo me morí un poco.
No hay una pizca de exageración en lo que he dicho. Escribí todo un libro sobre esto, llamado Conocimiento del infierno, y el resultado fue que uno de mis jefes se apareció con una pistola en el hospital para pegarme un tiro. No estaba sereno ni ordenado pero no lo internaron. Cuando se cruzaba conmigo, se echaba a correr. Nunca vi la pistola, yo que me acordaba muy bien de esos instrumentos. Me harté de montarlos y desmontarlos. De aceitarlos. De apretarles el gatillo.
Once de la noche. Tal vez medianoche. La fijeza de la farola de fuera, tan quietas como los árboles. Normalmente palpitan, suben, bajan, parecen moverse. Me da vergüenza haber trabajado en el hospital. De haber sido médico allí. De haberme callado tantas veces. Tenía que ganarme la vida, ¿no? Todos tenemos que ganarnos la vida, ¿no? Una muchacha se estranguló con la cinta del pelo, y el asistente a mí
-Esto queda entre nosotros.
Farolas tan quietas como los árboles. Yo sentado escribiendo. No sé qué. Escribo. La estilográfica ha de encontrar su camino. Lo encontró: en la punta de la pluma veo a un muchacho rociándose con gasolina, encendiendo una cerilla. Pero eso, es evidente, queda entre nosotros.
Traducción de Mario Merlino. Ilustración de Fernando Vicente.