domingo, 8 de febrero de 2009

Tigre (1) Los tigres que fueron y los que serán

Tigre, tigre, que te enciendes en luz, por los bosques de la noche, ¿qué mano inmortal, qué ojo osó idear tu terrible simetría?
William Blake (resto del poema El tigre)

Iba y venía, delicado y fatal, cargado de infinita energía, del otro lado de los firmes barrotes y todos lo mirábamos. Era el tigre de esa mañana, en Palermo, y el tigre del Oriente y el tigre de Blake y de Hugo y Shere Khan, y los tigres que fueron y que serán y asimismo el tigre arquetipo, ya que el individuo, en su caso, es toda la especie. Pensamos que era sanguinario y hermoso. Norah, una niña, dijo: Está hecho para el amor.
Jorge Luis Borges



Intro


El tigre empezó a ser conocido en Occidente tras las campañas asiáticas de Alejandro Magno y ya fue codiciada pieza de exhibición y muerte en los circos romanos, fue símbolo de fuerza y poder para los gobernantes, en todas partes era admirado, temido y perseguido este sumo depredador de las selvas y sabanas del Lejano Oriente que tanto me fascinaba desde los libros de animales que poblaron mi infancia.

Este animal es el mayor de los felinos ya que el tigre siberiano o del Amur (Panthera tigris altaica)
puede medir cerca de tres metros y pesar alrededor de 350 kilos. Las otras subespecies que aún subsisten son el tigre de Bengala (Panthera tigris tigris) -el más numeroso-, el tigre de Sumatra (Panthera tigris sumatrae) -el más pequeño-, el tigre malayo (P.T. Jacksoni) y el tigre de Indochina o de Corbett (P.T.Corbetti).


Primera parte. El tigre y la poesía


El tigre y su mito cautivaron la inspiración e imaginación de algunos grandes pintores (como Delacroix, que nos cede su Tigre atacando a un caballo, aquí debajo) y de alguno de los más grandes de la poesía de todos los tiempos como William Blake o el mismo Jorge Luis Borges, del que ofrecemos su poema El Otro Tigre (el dibujo del tigre que lo acompaña también es de Borges cuando era niño):
Suelo pensar entonces : Éste es un sueño, una pura diversión de mi voluntad, y ya que tengo un ilimitado poder, voy a causar un tigre.
y ya le obsesionaba el felino naranja) y que durante toda su vida soñó un gatazo rayado escondido entre las sombras de la jungla y las sombras de su cerebro inabarcable, durante toda su vida pensó y fue inspirado por ese animal formidable que en lugares muy distantes de su Buenos Aires, bajo el sol y la diversa luna, seguía cumpliendo su rutina de amor, de ocio y de muerte.



El Otro Tigre. Jorge Luis Borges, 1959

Pienso en un tigre. / La penumbra exalta / La vasta Biblioteca laboriosa / Y parece alejar los anaqueles; / Fuerte, inocente, ensangrentado y nuevo, / Él irá por su selva y su mañana / Y marcará su rastro en la limosa / Margen de un río cuyo nombre ignora (En su mundo no hay nombres ni pasado / Ni porvenir, sólo un instante cierto.) / Y salvará las bárbaras distancias / Y husmeará en el trenzado laberinto / De los olores el olor del alba / Y el olor deleitable del venado; / Entre las rayas del bambú descifro / Sus rayas y presiento la osatura / Bajo la piel espléndida que vibra. En vano se interponen los convexos / Mares y los desiertos del planeta; / Desde esta casa de un remoto puerto / De América del Sur, te sigo y sueño, / Oh tigre de las márgenes del Ganges.

Cunde la tarde en mi alma y reflexiono / Que el tigre vocativo de mi verso / Es un tigre de símbolos y sombras, / Una serie de tropos literarios / Y de memorias de la enciclopedia / Y no el tigre fatal, la aciaga joya / Que, bajo el sol o la diversa luna, / Va cumpliendo en Sumatra o en Bengala / Su rutina de amor, de ocio y de muerte.

Al tigre de los símbolos he opuesto / El verdadero, el de caliente sangre, / El que diezma la tribu de los búfalos / Y hoy, 3 de agosto del 59, / Alarga en la pradera una pausada / Sombra, pero ya el hecho de nombrarlo / Y de conjeturar su circunstancia / Lo hace ficción del arte y no criatura / Viviente de las que andan por la tierra. 

Un tercer tigre buscaremos. / Éste será como los otros una forma / De mi sueño, un sistema de palabras / Humanas y no el tigre vertebrado / Que, más allá de las mitologías, / Posa la tierra. / Bien lo sé, pero algo / Me impone esa aventura indefinida, / Insensata y antigua, y persevero / En buscar por el tiempo de la tarde / El otro tigre, el que no está en el verso.



Segunda parte. La caza del tigre




El tigre es uno de los personajes recurrentes en el folclore y la cultura del subcontinente indio, sin embargo ha sido cazado desde antiguo por los antiguos maharajas indios, cuya ilusión era llegar a matar 109 tigres pues era una prueba de valor (!) y además era el número de la buena suerte. En la época del Imperio Británico era costumbre que invitaran a altos funcionarios y oficiales británicos a cazar tigres con ellos. 

Como dice Eliot Weinberger:
(...) la caza del tigre representó en la India el criterio corriente para medir el valor y superioridad innata del británico. Y luego que el Imperio impuso la coexistencia pacífica a los principados normalmente en guerra, los marajás sólo podían exhibir su poder y masculinidad en términos británicos. Ninguna visita de un extranjero distinguido a un palacio estaba completa sin una cacería de tigres. A fin de que el huésped no corriese peligro ni quedara descontento, muchas veces los tigres eran drogados de antemano con carne cargada de opio, lo cual garantizaba un tiro seguro e infalible.

George Yule, del Servicio Civil de Bengala, mató 400 y dejó de contarlos. El coronel Rice mató 93 en cuatro años. Montague Gerard mató 227. El marajá de Surguja mató 1150. El marajá Scindia mató al menos 700. Sus huéspedes, cuando menos 200. El marajá de Gauripur mató 500 y dejó de contarlos.

Ya en 1827 un tal capitán Mundy escribía:
Así, en el curso de un par de horas, y sin perder de vista el campamento, hallamos y matamos tres tigres, caso de buena suerte raro ya en estos tiempos modernos, cuando la difusión de los cultivos y el celo de los deportistas ingleses casi han exterminado la estirpe de estos animales.


Tercera parte. El tigre en la actualidad

Se calcula que a principios del siglo veinte existían unos 100.000 ejemplares de tigre en libertad, desde la Anatolia turca hasta la isla de Bali. Sin embargo, en 1972 el gobierno indio comprobó que siglos de cacerías y persecuciones habían puesto al tigre de Bengala al borde mismo de la extinción pues cuando se implantó el Proyecto Tigre para protegerlo quedaban menos de 2.000 ejemplares en libertad. Bueno, la caza se prohibió en todos los países en que subsistía, se trasladaron las poblaciones humanas que estaban dentro de los límites de los parques y sin la presión humana el tigre floreció y el Proyecto Tigre tuvo relativo éxito al recuperarse un poco la especie.

Sin embargo, el método de medir las poblaciones de tigres mediante las huellas encontradas daba cantidades muy inexactas y tras unos primeros años, la caza furtiva intensiva dentro de unos parques muy mal vigilados se generalizó hasta vaciar literalmente de tigres algunos parques tan señeros como Sariska y Pannay, para traficar con las bellas pieles rayadas y para alimentar el mercado de muchos dudosos remedios de la medicina tradicional china -que utiliza su piel, sus órganos, sus glándulas, sus huesos e incluso su alma-. Si a todo esto le sumamos la implacable destrucción de su habitat o la invasión por parte del hombre, se dibuja un panorama terrible para el tigre en todos los países donde aún habita. Estamos hablando de una posible extinción en los próximos años de este maravilloso animal, no lo olvidemos.

Del tigre del Sur de China o de Amoy (Panthera tigris amoyensis) que aparece arriba ya no se ven ejemplares en libertad desde 1994. En cautiverio viven 59. Contando juntas las seis subespecies de tigre que sobreviven, según un informe de WWF, en 2008 apenas quedaban 3.500 tigres en libertad en el mundo. Hace sólo cinco años había aproximadamente entre 5.500 y 6.000 ejemplares. En cautividad hay 20.000.


Parece que estamos conseguiendo reducir este formidable depredador a un animal de zoo o algo peor, como se cuenta en el blog Fogonazos, que explica que existen más de 200 zoos y parques en China como el zoo de Xiongsen, un lugar donde los turistas acuden en tropel para ver cómo los 1500 hacinados tigres siberianos de que disponen matan devoran las vacas y gallinas vivas que les arrojan los cuidadores y el público desde los coches; los turistas los fotografían y chillan excitados cuando alguno se sube encima del capó del todo terreno a devorar la sangrante pata de una vaca.

Lugares donde el felino más grande del mundo queda reducido a un patético recuerdo del impresionante animal que era, sólo una exhibición de humeante casquería, engordándole, haciéndole perder sus instintos de caza, su espíritu, la dignidad de su estirpe legendaria, para después ver sus huesos usados para hacer vino de tigre, su carne vendida para mayor gloria de una gastronomía, la china, que todo lo depreda y nada respeta, convertiendo en útil animal de granja a aquel que una vez aterraba junglas a su paso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario