martes, 21 de febrero de 2012

Cerebro e Inteligencia (6) Aprender a ser geniales

Seguimos recurriendo a nuestros favoritos, esta vez Tres14 y el filósofo José Antonio Marina, para intentar comprender más sobre el pensamiento de los grandes genios, a los que no les basta su talento para desarrollar el enorme potencial de sus mentes conspicuas, sino que lo logran a través el esfuerzo y trabajo diarios, mayores que la media. Como explica Marina, el genio no sólo ha de nacer sino también hacerse, pues para alcanzar el nivel de dominio propio de un experto de categoría mundial, en el campo que sea son necesarias al menos 10.000 horas de práctica o estudio de esa materia. Alcanzar la genialidad en algo es pues un largo camino, en el que se ha de unir una determinación y fe en el trabajo tan imprescindibles como la inteligencia para la génesis del pensamiento genial.


Diez mil horas para ser un genioJosé Antonio Marina - La Vanguardia 29/07/2011

Diez mil es el segundo número mágico de la psicología. El primero en orden de descubrimiento fue “7+(-2)”. Lo descubrió George Miller e indica que el espacio de nuestra conciencia o de nuestra memoria inmediata sólo puede albergar entre cinco y nueve datos. Un número de teléfono está justo en el límite. Luego se descubrió que nuestra inteligencia es muy astuta, y que puede albergar más información chunkineando, palabra que me gustaría lanzar, y que significa “agrupar para simplificar”. Recordar 3 y 8 ocupa dos plazas del garaje de la memoria, pero 38 sólo una. ¿Y el número “diez mil” a qué se refiere?

Al número de horas que hay que dedicar a una actividad para llegar a dominarla. La edad me permite constatar que la psicología está sometida a modas. Hubo una época, heredera del romanticismo, en que la genialidad era un don de los dioses o de la Naturaleza, así, con mayúsculas, o de la locura. Luego, de una manera más prosaica, se atribuyó a la genética. Ahora, la balanza se inclina en dirección contraria. El esfuerzo, la tenacidad, el entrenamiento toman la delantera. La genialidad es una larga paciencia. Tal vez los primeros estudios que intentaron demostrarlo científicamente fueron los de K. Anders Ericsson en la Academia de Música de Berlín. Preguntó a los alumnos de violín excepcionales, a los medianos y a los peores cuántas horas practicaban. Los intérpretes de élite ensayaban muchas más horas. A los 20 años, habían acumulado ya sus diez mil horas. Hicieron después la misma prueba con pianistas profesionales y aficionados. Sucedía lo mismo. No había genios veloces. El neurólogo Daniel Levitin comenta: “La imagen que surge de tales estudios es que se requieren diez mil horas de práctica para alcanzar el nivel de dominio propio de un experto de categoría mundial, en el campo que sea”.

Los estudios sobre los grandes maestros de ajedrez confirman esa duración del aprendizaje. Michael Howe y Harold Schonberg han comprobado, al estudiar la precocidad de Mozart, que también cumple la ley. Durante toda su infancia y adolescencia trabajó como una mula. Bill Gates había conseguido pasar diez mil horas delante de un ordenador –lo que en ese momento era dificilísimo– antes de cumplir los 20 años. Einstein dijo: “No soy tan inteligente. Es que peleo con los problemas mucho más tiempo”. Cuando le preguntaron a Newton el secreto de su creatividad científica, respondió: “Noctedieque incubando”, dándole vueltas de día y de noche. Por su parte, la genética también se bate en retirada. No es un destino tan férreo como se pensaba. Avanza la epigenética, que se basa en el hecho innegable de que la expresión de los genes se da en interrelación con el entorno.

Es fácil comprobar que los grandes creadores tienen una colosal energía. Los antiguos los llamaban enérgoumenoi, hiperenergéticos. Todo esto me interesa mucho, sobre todo ahora que estoy revisando lo que se sabe acerca de la motivación, de la movilización y dirección de nuestra energía mental. Nuestra inteligencia es un prodigioso mecanismo para captar, elaborar y producir información. Pero vale muy poco si no está impulsada por una poderosa energía que mantenga su esfuerzo y la lance hacia metas altas y valiosas. El viejo Spinoza tenía razón: “La esencia del hombre es el deseo”. Y también la tenía el más viejo aún Agustín de Hipona: “Cada uno es lo que ama y cómo lo ama”. Sospecho que aquí está el secreto de la gran pedagogía. Todos los genios son amantes entusiastas de lo suyo... al menos durante diez mil horas.


Tres14 - Aprender a ser geniales

Albert Einstein está considerado el genio por antonomasia del siglo XX y uno de los grandes de todos los tiempos. Hace 100 años revolucionó la Física con sus teorías. Su conocimiento no es el único, pero abrió la puerta a la modernidad, al siglo XX y a la vida tal y como la conocemos hoy. Los avances de la Humanidad se producen a partir de las ideas de estos hombres geniales, o a las ideas geniales de algunos hombres que han invertido mucho tiempo y trabajo para ver más allá de su tiempo.

El genio, ¿nace o se hace? El cerebro de Albert Einstein ha sido a menudo un tema de investigación. Los científicos aún lo conservan esperando encontrar en él algún dato que explique la alta capacidad del padre de la teoría de la relatividad. Ciertamente, hay factores genéticos que determinan la inteligencia del individuo. También es verdad que nuestro cerebro, donde residen nuestras capacidades intelectuales entre otras, es de una plasticidad sorprendente y capaz de ser moldeado según la información y el uso que le demos. Con entrenamiento, un cerebro normal puede desarrollar habilidades propias de un genio. En cambio, sin ese entrenamiento, hasta un cerebro extremadamente inteligente puede atrofiarse. Uno de los retos de la neurociencia es saber más sobre estos procesos neuronales. ¿Cómo es biológicamente nuestra inteligencia? ¿Cómo funciona el aprendizaje o la memoria? ¿Cómo pensamos? Con Mara Diersen hablamos de las bases genéticas de la inteligencia; Javier de Felipe, Juan Lerma y Santiago Canals nos ayudan a comprender mejor el cerebro y cómo es biológicamente la capacidad intelectual; y con Elisa Álvarez analizamos los matices psicológicos de una figura genial.

Y además en este programa hablamos de:

Nikola Tesla es un genio indiscutible; el record Guinness de coeficiente de inteligencia lo tiene el coreano Kim Ung-Yongn; hay investigadores que creen que el cerebro ya ha llegado a sus límites; el último concurso mundial de cálculo mental lo ganó una niña de 11 años; el cociente intelectual varía con los años; de niño, el Nobel de Física William Shockley fue excluido de un estudio sobre genios porque su coeficiente era demasiado bajo.

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