viernes, 26 de septiembre de 2014

Infancia (24) 'Yo no soy bruja' / 'No estoy en venta', de Raúl de la Fuente

"Una noche mi padre me dijo que nos íbamos a Nigeria. Cuando llegamos una señora le dio dinero y él me dijo que esperara, que iba a comprar pan, pero se fue y me dejó allí. Tuve miedo"

"Juegan, corren, saltan, juegan, se suben a los columpios y hacen acrobacias en cada barandilla que encuentran a su paso. Como cualquier otro niño de su edad. Son los niños sorcier o niños brujos que residen en el hogar Don Bosco de las Misiones Salesianas de Togo y, aunque ahora sí pueden vivir tranquilos, hubo un tiempo en el que no se les permitió tener infancia. No se sabe con exactitud cuántos hay, pero existen y su número aumenta al mismo paso que aumenta la pobreza en el entorno en el que viven: tan solo en la región de Kara, en el norte del país, 773 menores fueron acusados de hacer brujería en el año 2013, según la dirección regional de Acción Social de dicho país. Son inculpados por sus familias y vecinos de todos los males que sufren: desde una enfermedad hasta la muerte, desde una mala cosecha hasta la pérdida de un empleo. Y son maltratados, marginados e incluso asesinados." 

El realizador navarro Raúl de la Fuente (premiado con el Goya 2013 al Mejor Cortometraje por 'Minerita') dirige dos cortometrajes para las Misiones Salesianas (iglesia humanista y militante) en Benín y Togo que denuncian dos terribles realidades que se viven en estos dos países africanos, el tráfico de niños y la persecución a los llamados 'niños brujos'. Si la pobreza y la desestructuración familiar son dos de las causas principales del tráfico de personas, la ignorancia, la superstición y la mezquindad humanas alimentan las absurdas creencias sobre los 'dit sorcier', los niños acusados de brujería (frecuentemente los más inteligentes o más estudiosos) por mediums o charlatanes animistas para expiar los males que aquejan a sus familias.

No estoy en venta

Más de 1,2 millones de niños en todo el mundo son víctimas del tráfico infantil. Padres con deudas que venden a sus hijos, familias engañadas con promesas o niños de la calle que caen en estas redes... En Benín, un niño puede ser vendido por 30 euros. La protección de la infancia y juventud es uno de nuestros objetivos prioritarios. Los Salesianos del Foyer Don Bosco Porto Novo son un referente nacional. No sólo atienden a estos menores y les preparan para reinsertarlos en la sociedad, también denuncian y se enfrentan activamente a este problema. Rachidi y Julius son dos ejemplos. Ambos fueron vendidos por sus familias para pagar deudas y hoy, han recuperado su autoestima y gritan al mundo: 'no estoy en venta'.



Yo no soy bruja

En Togo, un pequeño país del África subsahariana apretujado entre Ghana y Benin, conviven más de 40 etnias diferentes para las que el animismo es una parte fundamental de su cultura. Y allí la acusación de brujería está anclada en las tradiciones más ancestrales, como sucede en algunos otros países de África. El aumento de la pobreza es la causa primera y más directa por la que se incrementa este fenómeno. (...) 

El país, que vive de agricultura de subsistencia, se empobrece velozmente debido al cambio climático, a la deforestación y al uso de abonos químicos que disminuyen las tierras de cultivo. Si aumenta la pobreza, aumentan la enfermedades y la mortalidad por la falta de servicios sanitarios básicos, y la situación acaba degenerando en la creencia de que un espíritu maléfico está perjudicando a la familia, según explica el informe 'Menores acusados de brujería en la región de Kara', un documento con el que la orden religiosa pretende sensibilizar a la sociedad y a la comunidad internacional para que los agresores de estos pequeños no queden impunes. “Es muy fácil de entender: a más pobreza, más muertes; a más muertes, más culpables que buscar”, resume el misionero José Luis de la Fuente, director del hogar Don Bosco en Kara desde hace ocho años y coautor del estudio. 
Texto: 'La maldición de los niños brujo' El País 23.09.14

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