miércoles, 23 de noviembre de 2016

Mujeres (18) Huelga de camiseras 1909: mujeres en lucha por sus derechos

Huelga camiseras 1909

Blog de Boca D'Or

El 23 de noviembre de 1909 las trabajadoras del textil de la ciudad de New York dicen basta. Hasta los ovarios están ya de la patronal y de sus supuestos compañeros de lucha, los machotes del sindicato. El día antes, en un mitin en el Cooper Union, harta de palabrería y generalidades sobre el sexo de los ángeles, una joven de 23 años, Clara Lemlich, judía ucraniana que llegó a la tierra prometida en 1903, pide la palabra, se sube al estrado y no se anda por las ramas, hay que ir a la huelga general y huelga todo comentario.

El 23 de noviembre de 1909 se produce el Levantamiento de las 20.000, la mayor huelga promovida por mujeres en Estados Unidos hasta ese día. La huelga durará 11 semanas y movilizará a unas 40.000 personas, el 70% mujeres, la gran mayoría jóvenes de origen judío emigradas de Europa oriental.

Las mujeres del textil trabajan en fábricas, talleres y en sus hogares del Lower East Side. Las condiciones son terribles. Sueldos de miseria, jornadas interminables de hasta 75 horas semanales, condiciones de seguridad y salubridad nulas, agravado en el caso de las mujeres por la discriminación salarial (los hombres cobran el doble) y acosos y humillaciones de todo tipo.

La presión sobre las huelguistas fue brutal, con una dura represión policial, persecución en los tribunales, listas negras vetando su contratación, y el ceño fruncido de los veteranos líderes sindicales que preferirían a las mujeres en casa preparando la cena. Eso en el caso de que hubiera comida para preparar la cena. A Clara Lemlich, un grupo de matones a sueldo de la empresa le rompen seis costillas de una paliza.

A pesar de todo, el apoyo de la Unión Internacional de Trabajadores de la Confección, con todas sus reticencias de género; la Liga de Sindicatos de Mujeres, sufragistas de clase alta; y el Partido Socialista, dio impulso a las reivindicaciones y despertó las simpatías de la opinión pública. Entre detenciones, sanciones económicas y agresiones, la huelga llegó hasta el 15 de febrero de 1910, con el 80% de empresas aceptando algunas demandas.

Así, gracias a la obstinación y decisión de aquellos miles de mujeres con una media de edad de 25 años, sus compañeros varones también pudieron beneficiarse de mejoras salariales, semanas laborales de 52 horas, limitación de horas extra a menos de dos horas y no más de tres días a la semana, vacaciones pagadas, negociación de salarios y obligación de la empresa a suministrar los materiales de trabajo, ya que las trabajadoras acudían al tajo con sus propias agujas, hilo y máquinas de coser. Y los más veteranos del sindicato tuvieron que admitir que el movimiento obrero tenía también voz de mujer.

Clara Lemlich, con su veintena de detenciones a cuestas, se afilió al Partido Comunista y continuó su activismo en diferentes frentes: sindical, por el voto femenino, por los derechos civiles, contra la guerra de Vietnam y las armas nucleares y en apoyo a los parados y contra los desahucios. Murió a los 96 años de edad en una residencia de ancianos en Los Ángeles, en la que aún le dio tiempo de organizar al personal en un sindicato y unirse a un boicot a favor de la United Farm Workers.

Una de las empresas que no firmaron el pacto fue la Triangle Shirtwaist Company, situada en los tres pisos superiores del Asch Building, entre Green Street y Washington Place. Allí murieron 123 mujeres en el incendio del 25 de marzo de 1911.

Y no sé yo si progresamos adecuadamente, que en 2012 morían 117 personas en la fábrica de moda Tazreen, en Dacca, Bangladesh, y en 2013, también en Bangladesh, el edificio Rana Plaza, que albergaba cuatro fábricas de ropa, se derrumbaba enterrando 1.127 vidas. Igual Bangladesh les parece una cosa lejana. No se engañen, probablemente es la tela que toca su piel.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Animales (50) La iguana y las serpientes 2 La venganza

Hace unos días se propagaba por la redes sociales una espectacular persecución captada por las cámaras de la BBC (narrada por nuestro querido David Attenborough) de una joven iguana perseguida por decenas de serpientes en la isla Fernandina, parte del archipiélago de las Galápagos. Ahora, un nuevo video muestra lo que podría ser otro de los posibles finales en este tipo de encuentros en la Naturaleza, vuelve a ser el escenario de una infartante persecución de unas serpientes a una iguana. Aquí les mostramos ambas y otro video de cómo el equipo de la BBC pudo grabar estas infartantes escenas. Momentazo reptil, pura vida.

Behind the scenes 360º

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Revolución (2) Cambiarlo todo, ¿para no cambiar nada? / ¿Cómo empezar una revolución?

 
“Cuando la vida se degrada y la esperanza huye del corazón de los hombres, la revolución es el camino a seguir.” Oscar Niemeyer

“Todas las revoluciones sociales han sido provocadas por la pasión de los individuos. No fue gracias a los gobiernos que la esclavitud fue abolida. Fue gracias a la gente que salió a las calles." Capitán Paul Watson (Sea Shepherd)

"No existe una diferencia entre revolución y reforma, sino, de un lado, entre el tipo de revolución que instala a un nuevo grupo de opresores o el tipo de reforma que hace la opresión más digerible o más eficiente; y, del otro lado, aquellos cambios sociales, ya sean revolucionarios o reformistas, a través de los cuales las personas amplían su autonomía y reducen su sometimiento a la autoridad externa." C. Ward

“Hay que distinguir la revolución de la revuelta,  del golpe de Estado o de palacio. Un atentado o una sublevación militar se puede planificar; una revolución, jamás. Su estallido, el momento en que se produce, sorprende a todos, incluso a aquellos que la han hecho posible. Se quedan atónitos ante el cataclismo que surge de repente y arrasa todo lo que encuentra en su camino. Y lo arrasa tan irremisiblemente que al final puede destruir hasta los lemas que lo desencadenaron”. R. Kapuscinski

1. Cambiarlo todo, ¿para no cambiar nada?


“Hicimos la revolución porque queríamos un país moderno. Pero los que hay ahora hacen lo mismo que Gadafi. Son unos ladrones” Ciudadano libio

Llega un momento en la evolución natural de las sociedades humanas en el que las viejas estructuras de poder se embeben de soberbia, corrupción, abusos y otras podredumbres morales mientras las que las personas que las componen ven acumularse su frustración e indignación. Las sociedades resisten las arbitrariedades e ineficiencias del poder establecido hasta que un suceso, muchas veces inopinado o aislado (como la muerte del tunecino Mohamed Bouazizi que desató todo) provoca un estallido de rabia popular que responda a la represión, combata y acabe removiendo del poder a las fuerzas reaccionarias. Lo malo es que demasiadas veces las revoluciones acaban colocando otros tiranos en el lugar de los antiguos, como bien saben, por ejemplo, en Egipto.


2. Egipto, paradigma de la revolución lampedusiana

"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie" (...) "¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Negociaciones pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado". El Gatopardo (Giuseppe Tomasi di Lampedusa)

Esta célebre frase de El Gatopardo (un libro maravilloso que va mucho más allá del alcance de estas frases) simbolizaba la capacidad de los sicilianos para adaptarse a lo largo de la historia a los distintos gobernantes de la isla, pero también la intención de su aristocracia de aceptar una revolución influyéndola tras las primeros compases de desfogamiento popular, instrumentalizándola para poder conservar su influencia y poder. El 'gatopardismo" o lo 'lampedusiano' es desde entonces en ciencias políticas el 'cambiar todo para que nada cambie', expresando la dimensión autoconclusiva de un acontecimiento de extrema gravedad que es asimilado por el status quo sin apenas consecuencias, exponiendo la capacidad del sistema de regenerarse a sí mismo asumiendo sus propias contradicciones.

Centrándonos en Egipto, la revolución que terminó expulsando del poder a Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011 llegó al país bajo la consigna de "pan, libertad y justicia social", pero después de casi seis años está lejos de haberse convertido en lo que soñaban los manifestantes de la plaza Tahrir de El Cairo. Con una política sin rastros de aquella promesa de transformación democrática podemos definir la sublevación popular en Egipto como el paradigma de la revolución lampedusiana.

Las primeras elecciones libres a mediados de 2012 se tradujeron en la victoria de los Hermanos Musulmanes, pero su candidato, Mohamed Morsi, quiso acaparar demasiados resortes de poder y tras un año de gobierno fue derrocado por un golpe militar en julio de 2013. La posterior elección del entonces comandante del ejército, Abdelfatah al-Sisi, simplemente marcó el regreso de un modelo político autoritario que algunos consideran más autocrático incluso que el de Mubarak. Además, luego de tres años sin parlamento un nuevo cuerpo legislativo asumió funciones en enero de 2015, claramente controlado por elementos leales a Al-Sisi.

Por otra parte, Egipto sufre una 'grave crisis de derechos humanos' según Amnistía Internacional pues 'está volviendo a funcionar como un estado policial'. Se calcula que desde el derrocamiento de Morsi, más de 1.000 personas han muerto como producto de la represión, mientras que el número de prisioneros políticos supera ya los 40.000. El crecimiento de la economía del país es anémico, la deuda se expande a un ritmo galopante y los consumidores padecen escasez de algunos productos básicos. ¿El mayor problema? Ningún gobierno en Egipto se ha preocupado por invertir en desarrollo humano, en temas como educación o salud pública o en la diversificación de sectores económicos adecuados para que la gente pueda conseguir trabajo; el Ejército egipcio sigue controlando (y expandiendo) una gran parte de las estructuras y el poder económico aún con el sector turístico degradado por el terrorismo y la inestabilidad. 


La envergadura de Egipto y su influencia hacen mucho más alarmante su deriva. Los acontecimientos recientes amenazan con exacerbar un mundo musulmán en ascuas donde la espiral de Túnez (atentados terroristas y asesinato de políticos laicos opuestos al Gobierno islamista), la agravada inestabilidad de Libia (con dos gobiernos y distintas milicias luchando por el poder) o Yemen (sin recursos, con dos presidentes y afrontando un conflicto civil y una invasión saudí), por no hablar de la carnicería diaria en Siria (de cuya guerra estamos preparando otro post) recordando a los más confiados que la revolución en los países árabes no arraigará de la noche a la mañana. 

Los países de la zona están aprendiendo con su propio dolor que construir un sistema de libertades, por modesto que sea, es mucho más complejo que celebrar elecciones o convocar multitudes en las calles. Morsi fue elegido democráticamente, pero su Gobierno doctrinario hizo un sarcasmo del término. Los generales que, en la onda popular, depusieron a Mubarak, después a su sucesor islamista y vuelven a reprimir los movimientos sociales, no tienen mayor credibilidad. Muchos analistas coinciden en que en el Egipto de hoy simplemente no hay oposición, los Hermanos Musulmanes volvieron a ser ilegalizados y las otras voces disidentes son constantemente reprimidas en nombre de la necesidad de estabilidad. De hecho, un reciente estudio del Fondo Carnegie para la Paz Internacional encontró que, a pesar de la represión y la censura, Abdelfatah al Sisi ha enfrentado en promedio cinco veces más protestas que Mubarak entre 2008 y 2010. Además, debemos destacar que Egipto tiene una población muy joven que no quiere que su vida sea como la de sus padres. Quieren más libertad, mejores oportunidades económicas y un gobierno que responda a sus intereses y todavía no se han dado por vencidos.

Pareciera que en realidad, las revoluciones políticas no logran cambiar el curso natural de las cosas, pues sólo alteran la superficie de las estructuras de poder, conservando los elementos esenciales de las mismas y acoplándose a un orden ya preestablecido, en un movimiento cíclico donde siempre vas a llegar a donde comenzaste. ¡Es luchar vanamente contracorriente!


3.  El poder de la gente para cambiar el mundo

Sin embargo, el papel de las sociedades en la pervivencia de las revoluciones es determinante. La gente cambió su actitud hacia la política, tomó más conciencia de su propio poder y comenzó a cuestionar ideas que antes se daban por sentadas, sobre el poder absoluto, la libertad de expresión y el cuestionamiento del status quo. La verdadera revolución en Egipto y demás países árabes fue una revolución en la mente de cada una de las personas que formaron parte de la misma. 

La revolución pues no ha de producirse sólo en las grandes gestas, tomando la Bastilla, el Palacio de Invierno o la plaza Tahrir, la revolución primigenia, la que realmente transforme la realidad ha de comenzar dentro de cada uno, en esa labor de aprendizaje y toma de conciencia de las desigualdades e injusticias del mundo en el que vivimos, de muchas de las cuales formamos parte. Y siendo consciente de ellas, los verdaderos actos revolucionarios comenzarán por intentar cambiar nuestros hábitos de consumo, de vida y de pensamiento.

El veterano espacio de video-arte Metrópolis nos acerca a 'Please Revolution', un estupendo reportaje sobre lo conseguido y lo que queda por conseguir en la revolución egipcia y tras él publicamos el documental 'Cómo empezar una revolución' (How to start a revolution) dirigido en 2011 por el británico Ruaridh Arrow sobre las enseñanzas de Gene Sharp sobre sus 198 métodos para hacer una revolución, ensayados en distintos lugares del mundo Túnez, Serbia, Birmania etc. Muy recomendables ambos.

4. Please Revolution (Lluís Escartín, 2012)

Desde el estallido de la Primavera Arabe Egipcia el 25 de enero de 2011, Metrópolis emitió el documental Please Revolution, realizado por Lluis Escartin y producido por Maurilio de Miguel. Grabado en El Cairo un año después de los acontecimientos en circunstancias todavía complicadas, este documental es un compendio de reflexiones y vivencias personales, a la vez que retrato de una escena artística en ebullición.

Muchas dudas sigue sembrando la estabilidad institucional en Egipto tras la era Mubarak. A cinco años del Día de la Ira y la “Revolución Blanca”, en la Plaza Tahrir, El Cairo vive aún revueltas y reivindicaciones, frente al pulso político que los militares egipcios y la Constitución del país mantienen con los Muslim Brothers. No obstante, por las rendijas que trajo consigo el vacío de poder con la también denominada Revolución de los Jóvenes, se hizo ver y oír la mujer musulmana, armada de hi-tech artística. Video-creadoras, cineastas y pintoras, fotógrafas y performers, aprovecharon las disputas masculinas por el control de la democracia egipcia, para darse a conocer fuera de sus fronteras, con intervenciones artísticas de francotirador. Tanto es así que terminaron llamando la atención de galeristas, productores y marchantes, seducidos por la particular óptica con que semejantes mujeres de la Primavera Árabe muestran nuevas plásticas en la órbita del arte comprometido.

Hablamos de cómo la veinteañera Nouran Sherif apunta con sus herramientas audiovisuales hacia estéticas conceptuales. También del claroscuro que aplica a sus telas la pintora Shaya Kamel y del modo en que oscilan de la performance a la instalación, con los sonidos bélicos como materia prima, Nadah El Sharly y Hagar Abdelaziz Masoud. Nos referimos también al activismo cinematográfico que desarrollaNawara Mourad, a las flores con que las fotos de Nermine Hamman plantan cara a los tanques, frente a los que incluso llegó a bailar Tamer Fathy, otro de nuestros protagonistas. Asimismo toman la palabra en Metrópolis el dramaturgo egipcio Ahmed El Attar y el compositor Nassir Shama, aparte de cuanto tienen que decir la poetisa visual Amira Hanafi y la arquitecta Lara Baladí, que dejó su impronta bien clara en la Bienal de El Cairo hace un lustro. La escena artística en El Cairo cuenta, por otra parte, con la inteligencia religiosa de la comisaria artística Elham Khattab, que oculta su pensamiento moderno bajo el chador. Y es que, por si fuera poco, su apretón de manos con la Revolución promocionó a cara descubierta las inquietudes musicales de amas de casa anónimas, como Amal Um Abelallah, a quien enseñó a tintinear entre pucheros, sin intención de profesionalizar sus labores, la ONG donde trabaja la española Ruth.

“Please Revolution” busca “desvelar” la danza de los siete velos, con la que tradicionalmente se ató en corto la creatividad femenina de Medio Oriente. Pretende otorgarle visibilidad a sus artífices, desafiando la doble condición de mujer y creadora que les tocó en suerte, allí donde los criterios de autoridad siempre se dejaron crecer la barba.

         

5. Cómo empezar una revolución


RTVE.es / DOCUMENTOS TV 25.01.2012 “Como empezar una revolución”, una historia sobre el poder de la gente para cambiar el mundo y sobre un hombre que durante más de 50 años ha ayudado a los pueblos a derrocar a sus dictadores. Su nombre es Gene Sharp y aunque él sea un desconocido en muchos lugares del mundo, sus 198 métodos para hacer una revolución han encendido la mecha en varios rincones del planeta.


El poder de la resistencia no violenta

Desde muy joven, su formación le llevó a querer transformar el mundo en un lugar mejor y a dejarlo en mejores condiciones que cuando lo encontró. Tenía muy claro que la mejor manera de luchar contra los regímenes autoritarios era hacerlo a través de la resistencia no violenta. Su sencillo manual "De la dictadura a la democracia”, traducido a 30 idiomas, ha traspasado fronteras clandestinamente. Las últimas tecnologías lo han extendido como la pólvora y su idea de que existe una poderosa alternativa al conflicto violento ha prendido en revoluciones como la serbia, la ucraniana, la iraní o las más actuales de la “primavera árabe”.

Armas económicas, psicológicas y sociales contra la opresión

“Como empezar una revolución” ilustra con testimonios y archivo, algunas de las formas de rebelión como el boicot económico, la desobediencia civil o las protestas, aplicadas en diferentes contextos políticos. Los activistas de las revoluciones serbia, ucraniana o la egipcia nos cuentan cómo siguieron los métodos de Gene Sharp y derrocaron a sus tiranos. Combatieron con armas económicas, psicológicas y sociales, la lucha más poderosa contra la opresión, la injusticia y la violencia.

Protagonismo recuperado gracias a internet

Las teorías de este erudito americano de 83 años continúan transmitiéndose masivamente en la actualidad a través de internet. Desde Birmania a Túnez, los logros han sido incuestionables y gobiernos como el de Venezuela o Irán le han acusado de trabajar para la CIA, en favor de la política expansionista de Estados Unidos. Los actuales líderes de las revoluciones árabes, que en este momento se están llevando a cabo, cuentan cómo las teorías de Sharp calan en el pueblo y provocan, que la gente oprimida pueda alcanzar la libertad de forma autosuficiente.

                                           
6. Closing

El Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce cierra esta primera entrada sobre las revoluciones en nuestras soc¡edades y nuestros corazones.  

Revolución,s. En política, abrupto cambio en la forma de desgobierno. Específicamente, en historia norteamericana, reemplazo de un Ministerio por una Administración, que permitió que el bienestar y la felicidad del pueblo progresara media pulgada por lo menos. Las revoluciones vienen generalmente acompañadas de una considerable efusión de sangre, pero se estima que valen la pena, sobre todo para aquellos beneficiarios cuya sangre no corrió peligro de ser derramada. La revolución francesa es de indudable valor para el socialista de hoy: cuando tira los hilos que mueven su esqueleto, sus gestos infunden un terror indecible a los sangrientos tiranos sospechados de fomentar la ley y el orden.

Cambio Climático (7) 'Before the flood', la mirada de Leo DiCaprio al cambio climático



“Cuanto más me informo sobre el cambio climático, más consciente soy de lo poco que sé. Quiero averiguar hasta dónde hemos llegado, cuánto daño hemos hecho y si podemos hacer algo para detenerlo" 


Ya habíamos hablado antes del enorme compromiso medioambiental de Leonardo DiCaprio, esta vez recogemos el documental 'Before the flood' (Antes de la inundación, aquí titulado 'Antes que sea tarde') del que DiCaprio es conductor y productor junto a Martin Scorsese. Mientras viaja por todo el planeta como Mensajero de la paz de la ONU DiCaprio va entrevistándose con celebridades, activistas y científicos y visitando los distintos epicentros del calentamiento global. 

Este film, dirigido en 2016 por el norteamericano Fisher Stevens y narrado por el propio DiCaprio (doblado en la versión en castellano), recorre lugares como China, Groenlandia, la menguante jungla de Sumatra o las arenas de alquitrán (tar sands) de la Alberta canadiense mientras va certificando la implacable y aterradora realidad del cambio climático que ya nos aflige y más nos afligirá. También nos habla de los esfuerzos por intentar cambiar las cosas, influir en los gobiernos para prevenir sus catastróficos efectos y evitar la extinción de numerosas especies en peligro, ayudando a prevenir la destrucción de ecosistemas enteros y de numerosas comunidades indígenas. Un documental al que sólo se le puede poner la pega de no tener más duración para haber entrado con más detalle en ciertos temas o entrevistas. Imprescindible Leo DiCaprio, imprescindible Before the flood.

Revolución (1) Cambiarlo todo, ¿para no cambiar nada? / ¿Cómo empezar una revolución?

 
“Cuando la vida se degrada y la esperanza huye del corazón de los hombres, la revolución es el camino a seguir.” Oscar Niemeyer

“Todas las revoluciones sociales han sido provocadas por la pasión de los individuos. No fue gracias a los gobiernos que la esclavitud fue abolida. Fue gracias a la gente que salió a las calles." Capitán Paul Watson (Sea Shepherd)

"No existe una diferencia entre revolución y reforma, sino, de un lado, entre el tipo de revolución que instala a un nuevo grupo de opresores o el tipo de reforma que hace la opresión más digerible o más eficiente; y, del otro lado, aquellos cambios sociales, ya sean revolucionarios o reformistas, a través de los cuales las personas amplían su autonomía y reducen su sometimiento a la autoridad externa." C. Ward

“Hay que distinguir la revolución de la revuelta,  del golpe de Estado o de palacio. Un atentado o una sublevación militar se puede planificar; una revolución, jamás. Su estallido, el momento en que se produce, sorprende a todos, incluso a aquellos que la han hecho posible. Se quedan atónitos ante el cataclismo que surge de repente y arrasa todo lo que encuentra en su camino. Y lo arrasa tan irremisiblemente que al final puede destruir hasta los lemas que lo desencadenaron”. R. Kapuscinski

1. Cambiarlo todo, ¿para no cambiar nada?


“Hicimos la revolución porque queríamos un país moderno. Pero los que hay ahora hacen lo mismo que Gadafi. Son unos ladrones” Ciudadano libio

Llega un momento en la evolución natural de las sociedades humanas en el que las viejas estructuras de poder se embeben de soberbia, corrupción, abusos y otras podredumbres morales mientras las que las personas que las componen ven acumularse su frustración e indignación. Las sociedades resisten las arbitrariedades e ineficiencias del poder establecido hasta que un suceso, muchas veces inopinado o aislado (como la muerte del tunecino Mohamed Bouazizi que desató todo) provoca un estallido de rabia popular que responda a la represión, combata y acabe removiendo del poder a las fuerzas reaccionarias. Lo malo es que demasiadas veces las revoluciones acaban colocando otros tiranos en el lugar de los antiguos, como bien saben, por ejemplo, en Egipto.


2. Egipto, paradigma de la revolución lampedusiana

"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie" (...) "¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Negociaciones pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado". El Gatopardo (Giuseppe Tomasi di Lampedusa)

Esta célebre frase de El Gatopardo (un libro maravilloso que va mucho más allá del alcance de estas frases) simbolizaba la capacidad de los sicilianos para adaptarse a lo largo de la historia a los distintos gobernantes de la isla, pero también la intención de su aristocracia de aceptar una revolución influyéndola tras las primeros compases de desfogamiento popular, instrumentalizándola para poder conservar su influencia y poder. El 'gatopardismo" o lo 'lampedusiano' es desde entonces en ciencias políticas el 'cambiar todo para que nada cambie', expresando la dimensión autoconclusiva de un acontecimiento de extrema gravedad que es asimilado por el status quo sin apenas consecuencias, exponiendo la capacidad del sistema de regenerarse a sí mismo asumiendo sus propias contradicciones.

Centrándonos en Egipto, la revolución que terminó expulsando del poder a Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011 llegó al país bajo la consigna de "pan, libertad y justicia social", pero después de casi seis años está lejos de haberse convertido en lo que soñaban los manifestantes de la plaza Tahrir de El Cairo. Con una política sin rastros de aquella promesa de transformación democrática podemos definir la sublevación popular en Egipto como el paradigma de la revolución lampedusiana.

Las primeras elecciones libres a mediados de 2012 se tradujeron en la victoria de los Hermanos Musulmanes, pero su candidato, Mohamed Morsi, quiso acaparar demasiados resortes de poder y tras un año de gobierno fue derrocado por un golpe militar en julio de 2013. La posterior elección del entonces comandante del ejército, Abdelfatah al-Sisi, simplemente marcó el regreso de un modelo político autoritario que algunos consideran más autocrático incluso que el de Mubarak. Además, luego de tres años sin parlamento un nuevo cuerpo legislativo asumió funciones en enero de 2015, claramente controlado por elementos leales a Al-Sisi.

Por otra parte, Egipto sufre una 'grave crisis de derechos humanos' según Amnistía Internacional pues 'está volviendo a funcionar como un estado policial'. Se calcula que desde el derrocamiento de Morsi, más de 1.000 personas han muerto como producto de la represión, mientras que el número de prisioneros políticos supera ya los 40.000. El crecimiento de la economía del país es anémico, la deuda se expande a un ritmo galopante y los consumidores padecen escasez de algunos productos básicos. ¿El mayor problema? Ningún gobierno en Egipto se ha preocupado por invertir en desarrollo humano, en temas como educación o salud pública o en la diversificación de sectores económicos adecuados para que la gente pueda conseguir trabajo; el Ejército egipcio sigue controlando (y expandiendo) una gran parte de las estructuras y el poder económico aún con el sector turístico degradado por el terrorismo y la inestabilidad. 


La envergadura de Egipto y su influencia hacen mucho más alarmante su deriva. Los acontecimientos recientes amenazan con exacerbar un mundo musulmán en ascuas donde la espiral de Túnez (atentados terroristas y asesinato de políticos laicos opuestos al Gobierno islamista), la agravada inestabilidad de Libia (con dos gobiernos y distintas milicias luchando por el poder) o Yemen (sin recursos, con dos presidentes y afrontando un conflicto civil y una invasión saudí), por no hablar de la carnicería diaria en Siria (de cuya guerra estamos preparando otro post) recordando a los más confiados que la revolución en los países árabes no arraigará de la noche a la mañana. 

Los países de la zona están aprendiendo con su propio dolor que construir un sistema de libertades, por modesto que sea, es mucho más complejo que celebrar elecciones o convocar multitudes en las calles. Morsi fue elegido democráticamente, pero su Gobierno doctrinario hizo un sarcasmo del término. Los generales que, en la onda popular, depusieron a Mubarak, después a su sucesor islamista y vuelven a reprimir los movimientos sociales, no tienen mayor credibilidad. Muchos analistas coinciden en que en el Egipto de hoy simplemente no hay oposición, los Hermanos Musulmanes volvieron a ser ilegalizados y las otras voces disidentes son constantemente reprimidas en nombre de la necesidad de estabilidad. De hecho, un reciente estudio del Fondo Carnegie para la Paz Internacional encontró que, a pesar de la represión y la censura, Abdelfatah al Sisi ha enfrentado en promedio cinco veces más protestas que Mubarak entre 2008 y 2010. Además, debemos destacar que Egipto tiene una población muy joven que no quiere que su vida sea como la de sus padres. Quieren más libertad, mejores oportunidades económicas y un gobierno que responda a sus intereses y todavía no se han dado por vencidos.

Pareciera que en realidad, las revoluciones políticas no logran cambiar el curso natural de las cosas, pues sólo alteran la superficie de las estructuras de poder, conservando los elementos esenciales de las mismas y acoplándose a un orden ya preestablecido, en un movimiento cíclico donde siempre vas a llegar a donde comenzaste. ¡Es luchar vanamente contracorriente!


3.  El poder de la gente para cambiar el mundo

Sin embargo, el papel de las sociedades en la pervivencia de las revoluciones es determinante. La gente cambió su actitud hacia la política, tomó más conciencia de su propio poder y comenzó a cuestionar ideas que antes se daban por sentadas, sobre el poder absoluto, la libertad de expresión y el cuestionamiento del status quo. La verdadera revolución en Egipto y demás países árabes fue una revolución en la mente de cada una de las personas que formaron parte de la misma. 

La revolución pues no ha de producirse sólo en las grandes gestas, tomando la Bastilla, el Palacio de Invierno o la plaza Tahrir, la revolución primigenia, la que realmente transforme la realidad ha de comenzar dentro de cada uno, en esa labor de aprendizaje y toma de conciencia de las desigualdades e injusticias del mundo en el que vivimos, de muchas de las cuales formamos parte. Y siendo consciente de ellas, los verdaderos actos revolucionarios comenzarán por intentar cambiar nuestros hábitos de consumo, de vida y de pensamiento.

El veterano espacio de video-arte Metrópolis nos acerca a 'Please Revolution', un estupendo reportaje sobre lo conseguido y lo que queda por conseguir en la revolución egipcia y tras él publicamos el documental 'Cómo empezar una revolución' (How to start a revolution) dirigido en 2011 por el británico Ruaridh Arrow sobre las enseñanzas de Gene Sharp sobre sus 198 métodos para hacer una revolución, ensayados en distintos lugares del mundo Túnez, Serbia, Birmania etc. Muy recomendables ambos.

4. Please Revolution (Lluís Escartín, 2012)

Desde el estallido de la Primavera Arabe Egipcia el 25 de enero de 2011, Metrópolis emitió el documental Please Revolution, realizado por Lluis Escartin y producido por Maurilio de Miguel. Grabado en El Cairo un año después de los acontecimientos en circunstancias todavía complicadas, este documental es un compendio de reflexiones y vivencias personales, a la vez que retrato de una escena artística en ebullición.

Muchas dudas sigue sembrando la estabilidad institucional en Egipto tras la era Mubarak. A cinco años del Día de la Ira y la “Revolución Blanca”, en la Plaza Tahrir, El Cairo vive aún revueltas y reivindicaciones, frente al pulso político que los militares egipcios y la Constitución del país mantienen con los Muslim Brothers. No obstante, por las rendijas que trajo consigo el vacío de poder con la también denominada Revolución de los Jóvenes, se hizo ver y oír la mujer musulmana, armada de hi-tech artística. Video-creadoras, cineastas y pintoras, fotógrafas y performers, aprovecharon las disputas masculinas por el control de la democracia egipcia, para darse a conocer fuera de sus fronteras, con intervenciones artísticas de francotirador. Tanto es así que terminaron llamando la atención de galeristas, productores y marchantes, seducidos por la particular óptica con que semejantes mujeres de la Primavera Árabe muestran nuevas plásticas en la órbita del arte comprometido.

Hablamos de cómo la veinteañera Nouran Sherif apunta con sus herramientas audiovisuales hacia estéticas conceptuales. También del claroscuro que aplica a sus telas la pintora Shaya Kamel y del modo en que oscilan de la performance a la instalación, con los sonidos bélicos como materia prima, Nadah El Sharly y Hagar Abdelaziz Masoud. Nos referimos también al activismo cinematográfico que desarrollaNawara Mourad, a las flores con que las fotos de Nermine Hamman plantan cara a los tanques, frente a los que incluso llegó a bailar Tamer Fathy, otro de nuestros protagonistas. Asimismo toman la palabra en Metrópolis el dramaturgo egipcio Ahmed El Attar y el compositor Nassir Shama, aparte de cuanto tienen que decir la poetisa visual Amira Hanafi y la arquitecta Lara Baladí, que dejó su impronta bien clara en la Bienal de El Cairo hace un lustro. La escena artística en El Cairo cuenta, por otra parte, con la inteligencia religiosa de la comisaria artística Elham Khattab, que oculta su pensamiento moderno bajo el chador. Y es que, por si fuera poco, su apretón de manos con la Revolución promocionó a cara descubierta las inquietudes musicales de amas de casa anónimas, como Amal Um Abelallah, a quien enseñó a tintinear entre pucheros, sin intención de profesionalizar sus labores, la ONG donde trabaja la española Ruth.

“Please Revolution” busca “desvelar” la danza de los siete velos, con la que tradicionalmente se ató en corto la creatividad femenina de Medio Oriente. Pretende otorgarle visibilidad a sus artífices, desafiando la doble condición de mujer y creadora que les tocó en suerte, allí donde los criterios de autoridad siempre se dejaron crecer la barba.

         

5. Cómo empezar una revolución


RTVE.es / DOCUMENTOS TV 25.01.2012 “Como empezar una revolución”, una historia sobre el poder de la gente para cambiar el mundo y sobre un hombre que durante más de 50 años ha ayudado a los pueblos a derrocar a sus dictadores. Su nombre es Gene Sharp y aunque él sea un desconocido en muchos lugares del mundo, sus 198 métodos para hacer una revolución han encendido la mecha en varios rincones del planeta.


El poder de la resistencia no violenta

Desde muy joven, su formación le llevó a querer transformar el mundo en un lugar mejor y a dejarlo en mejores condiciones que cuando lo encontró. Tenía muy claro que la mejor manera de luchar contra los regímenes autoritarios era hacerlo a través de la resistencia no violenta. Su sencillo manual "De la dictadura a la democracia”, traducido a 30 idiomas, ha traspasado fronteras clandestinamente. Las últimas tecnologías lo han extendido como la pólvora y su idea de que existe una poderosa alternativa al conflicto violento ha prendido en revoluciones como la serbia, la ucraniana, la iraní o las más actuales de la “primavera árabe”.

Armas económicas, psicológicas y sociales contra la opresión

“Como empezar una revolución” ilustra con testimonios y archivo, algunas de las formas de rebelión como el boicot económico, la desobediencia civil o las protestas, aplicadas en diferentes contextos políticos. Los activistas de las revoluciones serbia, ucraniana o la egipcia nos cuentan cómo siguieron los métodos de Gene Sharp y derrocaron a sus tiranos. Combatieron con armas económicas, psicológicas y sociales, la lucha más poderosa contra la opresión, la injusticia y la violencia.

Protagonismo recuperado gracias a internet

Las teorías de este erudito americano de 83 años continúan transmitiéndose masivamente en la actualidad a través de internet. Desde Birmania a Túnez, los logros han sido incuestionables y gobiernos como el de Venezuela o Irán le han acusado de trabajar para la CIA, en favor de la política expansionista de Estados Unidos. Los actuales líderes de las revoluciones árabes, que en este momento se están llevando a cabo, cuentan cómo las teorías de Sharp calan en el pueblo y provocan, que la gente oprimida pueda alcanzar la libertad de forma autosuficiente.

                                           
6. Closing

El Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce cierra esta primera entrada sobre las revoluciones en nuestras soc¡edades y nuestros corazones.  

Revolución,s. En política, abrupto cambio en la forma de desgobierno. Específicamente, en historia norteamericana, reemplazo de un Ministerio por una Administración, que permitió que el bienestar y la felicidad del pueblo progresara media pulgada por lo menos. Las revoluciones vienen generalmente acompañadas de una considerable efusión de sangre, pero se estima que valen la pena, sobre todo para aquellos beneficiarios cuya sangre no corrió peligro de ser derramada. La revolución francesa es de indudable valor para el socialista de hoy: cuando tira los hilos que mueven su esqueleto, sus gestos infunden un terror indecible a los sangrientos tiranos sospechados de fomentar la ley y el orden.